La “literatura oficial” acaba de enriquecerse con un nuevo término, que se lanzó con énfasis contra los periodistas y la prensa independiente: el de buitres (la de “prensa buitre”), y con ello parece creen que han puesto una pica en Flandes. Y viéndolo bien, es un acto fallido.
El buitre cumple una función de enorme beneficio para el ambiente: remueve la carroña. Y si hay buitres, hay carroña. En consecuencia, si hay prensa buitre es que hay carroña en el país, y esa carroña la está removiendo, lo cual parece molestar a muchos personajes malquerientes. Si me propusiera dar ejemplos sobre esto, no acabaría nunca, pero todos los ecuatorianos lo están viendo. A cada denuncia de corrupción -carroña social por excelencia-, se levantan voces acusadoras, muchas veces heridas porque la prensa ha puesto al descubierto una verdad.
Lo que hay que temer no es a los buitres, sino a los vampiros, esa especie de murciélago, “mamífero quiróptero, de la América tropical”, que chupa la sangre del hombre y de los animales dormidos.
Estos vampiros son los que quitan la vitalidad a la sociedad ecuatoriana, chupan la sangre del pueblo mediante los artificios más increíbles, para engañar, para “dormir” a los afectados.
La impunidad es una de las formas vampirescas más peligrosas; las normas legales mañosamente redactadas para que no se castiguen crímenes cometidos contra la sociedad, son otra de las formas más comunes; el parasitismo político, que agobia al pueblo ecuatoriano y le sorbe la energía, es una manera sutil de chupar la sangre.
La impunidad se alimenta de todos estos fenómenos y por ello la sociedad vive temerosa, sospecha de todos, siempre a la defensiva.
Entre buitres y vampiros, hay una diferencia moral muy grande; tan grande como entre el bien y el mal; la actitud positiva y la negativa.
De modo que la nueva “adquisición” del lenguaje oficial, constituye un búmeran que va a golpear a la propia mano que lo arrojó. Esto es obvio, aunque muy lamentable.
De ello se deriva otra consideración: cuando se ejerce autoridad, no es prudente escuchar lo que dicen al oído los adulones, los que bisbisean chismes contra malquerientes.
El buitre cumple una función de enorme beneficio para el ambiente: remueve la carroña. Y si hay buitres, hay carroña. En consecuencia, si hay prensa buitre es que hay carroña en el país, y esa carroña la está removiendo, lo cual parece molestar a muchos personajes malquerientes. Si me propusiera dar ejemplos sobre esto, no acabaría nunca, pero todos los ecuatorianos lo están viendo. A cada denuncia de corrupción -carroña social por excelencia-, se levantan voces acusadoras, muchas veces heridas porque la prensa ha puesto al descubierto una verdad.
Lo que hay que temer no es a los buitres, sino a los vampiros, esa especie de murciélago, “mamífero quiróptero, de la América tropical”, que chupa la sangre del hombre y de los animales dormidos.
Estos vampiros son los que quitan la vitalidad a la sociedad ecuatoriana, chupan la sangre del pueblo mediante los artificios más increíbles, para engañar, para “dormir” a los afectados.
La impunidad es una de las formas vampirescas más peligrosas; las normas legales mañosamente redactadas para que no se castiguen crímenes cometidos contra la sociedad, son otra de las formas más comunes; el parasitismo político, que agobia al pueblo ecuatoriano y le sorbe la energía, es una manera sutil de chupar la sangre.
La impunidad se alimenta de todos estos fenómenos y por ello la sociedad vive temerosa, sospecha de todos, siempre a la defensiva.
Entre buitres y vampiros, hay una diferencia moral muy grande; tan grande como entre el bien y el mal; la actitud positiva y la negativa.
De modo que la nueva “adquisición” del lenguaje oficial, constituye un búmeran que va a golpear a la propia mano que lo arrojó. Esto es obvio, aunque muy lamentable.
De ello se deriva otra consideración: cuando se ejerce autoridad, no es prudente escuchar lo que dicen al oído los adulones, los que bisbisean chismes contra malquerientes.